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El precario equilibrio de Argentina:

  • Foto del escritor: Santiago Vitagliano
    Santiago Vitagliano
  • 5 ago
  • 7 Min. de lectura

Una visión forense del riesgo de reforma y de las señales de inversión.


El modelo de capital consciente del Grupo SAVI

Cómo el progreso de los titulares oculta una tensión estructural y lo que The SAVI Group monitoreará antes de comprometer capital significativo.


La narrativa económica de Argentina ha cambiado drásticamente desde que el presidente Javier Milei impuso una terapia de choque: la inflación mensual ha disminuido, el Tesoro registra un superávit primario y los bonos soberanos han experimentado un fuerte repunte. Sin embargo, bajo estas ganancias ópticas se esconde un delicado equilibrio que puede romperse fácilmente. Tres fuerzas mantienen al sistema en una situación inestable: un balance del banco central cargado de pasivos remunerados en pesos que aún están respaldados por reservas netas negativas; una economía real que continúa contrayéndose mientras la pobreza se profundiza, erosionando el capital político; y una resistencia legal e institucional que amenaza con estancar reformas cruciales. Un solo shock externo o interno como una caída abrupta de los precios de las materias primas, un fallo judicial adverso o una fuga de depósitos una vez que se flexibilicen los controles de capital, podría quebrantar la confianza, forzar una devaluación desordenada y revertir el frágil progreso.


Las cifras lo demuestran. Los precios al consumidor, que subían un 21% intermensual en diciembre de 2023, se desaceleraron al 1,5% en mayo de 2025, el ritmo más bajo en cinco años. Al mismo tiempo, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (MEA) mostró una contracción interanual del 4,2 % en abril de 2025, y los indicadores compuestos privados han registrado cifras interanuales negativas desde enero de 2024. La pobreza se disparó al 53 % en el primer semestre de 2024, el peor nivel desde la crisis de hace dos décadas, y las encuestas indican que los salarios reales aún no se están equiparando con los precios. Por lo tanto, el tejido social se está deteriorando incluso con la mejora de la inflación general.


Los balances externos ofrecen escasa tranquilidad. El banco central pasó de compras considerables de divisas a principios de 2024 a ventas netas de aproximadamente mil setecientos ochenta millones de dólares en marzo de 2025, su mes más débil del programa actual, según su informe del mercado cambiario. Las reservas netas se mantienen en torno a los -6.400 millones de dólares, una restricción que mantiene a Argentina fuera de los mercados voluntarios a pesar de los diferenciales más ajustados. Fitch Ratings señala que las modestas ganancias de reservas de 2024 ya se han revertido en 2025 a medida que se reducen las operaciones de carry trade, lo que subraya la escasa capacidad de colchón externo.


El panorama fiscal se ve más sólido: el gobierno alcanzó lo que denomina "déficit cero", generando superávits primarios durante ocho meses consecutivos. Sin embargo, gran parte de ese ajuste refleja la suspensión de la indexación de las pensiones y los repetidos retrasos en la reducción de los subsidios energéticos, medidas que ahora se encuentran bajo impugnación legal y congresual. El reciente veto del presidente a un aumento del 7% en las pensiones, equivalente al 0,9% del producto interior bruto, ilustra el escaso margen de maniobra fiscal. Cada nueva orden judicial o proyecto de ley de gasto amenaza con reabrir la brecha.


La ingeniería monetaria añade una capa adicional de fragilidad. Entre mayo de 2024 y julio de 2025, el banco central redujo el stock de pasivos remunerados de aproximadamente 32 billones de pesos a 24 billones de pesos. Sin embargo, más del sesenta por ciento de ese stock ahora se encuentra en repos a un día con opción de rescate, no en los instrumentos a largo plazo que reemplazaron. El servicio de esos pasivos aún le cuesta al banco alrededor de dos billones seiscientos mil millones de pesos cada mes, dinero que se imprimirá a menos que los superávits fiscales lo esterilicen. El Real Instituto Elcano calcula que una dolarización creíble o incluso una flexibilización integral de los controles de capital requeriría una acumulación inmediata de reservas de treinta y cinco a cuarenta mil millones de dólares para respaldar esos activos en pesos. Sin ese colchón, cualquier cambio a gran escala por parte de los bancos o depositantes a dólares corre el riesgo de desencadenar una corrida del peso similar a la crisis de la lira turca, pero sin un prestamista de última instancia en la moneda de destino.


Los obstáculos legales e institucionales agravan el desafío. Los capítulos del megadecreto del gobierno relacionados con el mercado laboral siguen suspendidos por los tribunales federales; provincias como La Rioja se encuentran en situación de impago externo, mientras que otras enfrentan rendimientos de dos dígitos; los aumentos de las tarifas energéticas se han pospuesto nuevamente; y las huelgas recurrentes, las protestas estudiantiles y los enfrentamientos violentos frente al Congreso ilustran la resistencia social. Cada evento socava los ahorros proyectados, ralentiza la desregulación y aumenta el costo político de mantener el rumbo actual a medida que se acercan las elecciones intermedias de octubre de 2025.


Se están perfilando claramente ganadores y perdedores. Los grandes exportadores de granos se beneficiaron de un "dólar de soja" temporal, generando miles de millones de dólares en ingresos por exportaciones que respaldaron brevemente sus reservas. Los bancos obtienen altos rendimientos reales de los repos, al tiempo que trasladan el riesgo de duración al banco central. Las grandes empresas energéticas disfrutan de un marco regulatorio favorable para los inversores, respaldado por el Fondo Monetario Internacional. En contraste, los hogares con ingresos fijos, los pensionistas y los que perciben el salario mínimo han visto congeladas o vetadas sus transferencias reales; los investigadores y funcionarios públicos se enfrentan a despidos y recortes presupuestarios superiores al 20%; y las pequeñas empresas que dependen de las importaciones lidian con tasas de interés de préstamo que alcanzaron máximos cercanos al 90% anualizado y con un acceso desigual a las divisas.


En conjunto, estos elementos conforman el auténtico talón de Aquiles del esfuerzo de estabilización. Digamos que es la bomba de tiempo del peso, alojada en un campo minado político. Los pasivos a un día, que pueden liquidarse a voluntad, se acumulan en un balance general carente de divisas netas; el contrato social se ve sometido a una presión excesiva por la caída de los ingresos reales; y los opositores institucionales someten cada reforma a juicio. La espiral que se retroalimenta es fácil de imaginar: un revés legal o una crisis en los precios de las materias primas socava la confianza; los depositantes y los bancos compiten por dólares; el banco central imprime pesos para cumplir con los repos o devalúa abruptamente; las expectativas de inflación se disparan; el apoyo a la austeridad se evapora; y el superávit desaparece justo cuando los mercados externos vuelven a cerrar.


¿Existe una rampa de salida creíble? Solo una secuencia que concentre la acumulación de reservas mediante mayores desembolsos del FMI, líneas de swap bilaterales e intercambios voluntarios de deuda por reservas; que proteja los balances bancarios ampliando los vencimientos de los repos y convirtiendo parte del saldo en títulos del Tesoro indexados; que proteja a los hogares más pobres mediante transferencias de efectivo con objetivos específicos que cuesten menos del 0,5% del producto interno bruto; que comparta el ajuste con las provincias bajo límites de gasto exigibles; y que impulse reformas en tramos legalmente seguros puede convertir el alivio actual en una estabilidad duradera. Sin esa matriz de acciones, el plan está a un solo golpe del colapso.


Perspectivas: Señales a tener en cuenta y la postura de The SAVI Group


La estabilización de Argentina, por lo tanto, se asienta sobre una plataforma estrecha. La inflación está cayendo; los bonos han repuntado; sin embargo, las vulnerabilidades subyacentes como ser un banco central con reservas netas negativas que promete convertibilidad a un sistema bancario repleto de pesos a un día; una economía real que sigue contrayéndose; e instituciones capaces de frustrar el ahorro de costos, podrían combinarse en una espiral que se retroalimenta si la confianza flaquea. El camino hacia la resiliencia requiere una acumulación anticipada de reservas mediante tramos más amplios del Fondo Monetario Internacional, líneas de swap bilaterales e intercambios voluntarios de deuda por reservas; una prolongación de los vencimientos de los repos y un swap parcial a títulos del Tesoro indexados para proteger los balances bancarios; transferencias sociales con objetivos específicos, financiadas mediante la racionalización de subsidios para evitar una mayor erosión del capital político; topes vinculantes al gasto provincial vinculados a la financiación puente; y un cronograma legal que impulse únicamente las reformas con alta durabilidad constitucional.


The SAVI Group observará cuatro señales objetivas antes de reclasificar a Argentina de oportunidad en observación a oportunidad lista para el compromiso. En primer lugar, una inflación mensual de un solo dígito debe traducirse en una tasa anual sostenida por debajo del 30%, respaldada por superávits fiscales continuos que se logren sin maniobras contables. En segundo lugar, las reservas netas deben volverse positivas y tender hacia la trayectoria objetivo del Fondo Monetario Internacional, lo que demuestra que el banco central está reconstruyendo un colchón en lugar de mantener una posición negativa. En tercer lugar, la proporción de pasivos remunerados bloqueados en repos a un día debe disminuir sustancialmente, con evidencia clara de que los costos de los intereses están disminuyendo en pesos y se están esterilizando mediante una demanda genuina de instrumentos del Tesoro. En cuarto lugar, la agenda de reformas debe superar tanto el escrutinio judicial como las próximas elecciones legislativas, lo que indica que las garantías legales ofrecidas hoy a los inversores perdurarán más allá de un ciclo político.


Si estas condiciones se concretan, una economía que crece tras la contracción actual, un mercado cambiario liberalizado sin desencadenar otra devaluación desordenada y un avance visible en grandes proyectos RIGI, estaremos preparados para pasar de observador a participante, asignando capital a largo plazo en sectores como las energías renovables, los minerales críticos y la infraestructura logística. El potencial de Argentina sigue siendo vasto; su equilibrio, por ahora, sigue siendo precario; por lo tanto, nuestra postura se mantiene neutral, pero muy atenta a los datos que mostrarán cuándo la prudencia puede dar paso a la convicción.

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