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Recalibrando la pasividad para la era de los desequilibrios:

  • Foto del escritor: Santiago Vitagliano
    Santiago Vitagliano
  • 31 jul
  • 5 Min. de lectura

T3 2025 | Una visión estratégica de The SAVI Group.


El modelo de capital consciente del Grupo SAVI

"El arte de preservar el capital no reside en resistir la volatilidad, sino en comprender qué regímenes redefinen las reglas". - SAVI.


Un cambio estructural está transformando el panorama económico global. Las medidas proteccionistas, los ajustes industriales estratégicos y un renovado enfoque en la solidez fiscal están empezando a cuestionar las arraigadas creencias de cuatro décadas de prácticas de inversión. En The SAVI Group, creemos que el capital pasivo no puede seguir siendo pasivo en su enfoque. El diseño de las carteras a largo plazo debe adaptarse, no como una solución rápida, sino como un marco permanente de resiliencia en una era de desequilibrio significativo.


La economía global ya no opera dentro de un marco unipolar de estabilidad del dólar y crecimiento sincronizado. En cambio, estamos entrando en un régimen fragmentado donde las cadenas de suministro se reconfiguran por factores geopolíticos, donde la expansión fiscal ya no está limitada por la disciplina del mercado y donde las presiones inflacionarias se manifiestan no a través del sobrecalentamiento, sino a través de la escasez estructural. En este entorno, el capital no puede depender de modelos obsoletos de diversificación o reversión a la media. Lo que se necesita es un rediseño de las inversiones pasivas basado en principios, tanto en lecciones históricas como en la previsión estratégica.


Nuestro Anexo sobre Política de Inversión del tercer trimestre de 2025 formaliza este enfoque mediante lo que denominamos la Regla de Renta Variable de Países con Déficit (DCE). Este marco reconoce que los déficits persistentes en cuenta corriente, combinados con la dilución cambiaria y una disciplina fiscal débil, generan vulnerabilidades que los índices de referencia tradicionales no pueden neutralizar. Según la Regla DCE, la exposición a la renta variable en estas jurisdicciones, especialmente Estados Unidos, se limita a un porcentaje del 15% del valor liquidativo total de la cartera. Es importante destacar que cualquier emisor dentro de esta categoría debe cumplir con un estricto marco de excepciones. Debe demostrar capacidad de fijación de precios, una sólida localización de la cadena de suministro, un dominio de ingresos no denominados en dólares estadounidenses y mecanismos de ingresos vinculados al IPC o al tipo de cambio. Esto no es una predicción del mercado. Es una postura estratégica diseñada para reducir la exposición a errores de política fiscal, represión monetaria y caídas de los saldos externos.


Este enfoque no es especulativo. Se basa en un siglo de patrones históricos. El período de entreguerras de la década de 1930 mostró cómo el aumento de los aranceles y las políticas comerciales de represalia podían quebrar la demanda global y paralizar la manufactura orientada a la exportación. La estanflación de la década de 1970 demostró cómo la devaluación monetaria a largo plazo y los shocks energéticos pueden reducir el poder adquisitivo y debilitar los activos de larga duración que carecen de transmisión de la inflación. Más recientemente, las crisis de los mercados emergentes de finales de la década de 1990 y principios de la de 2000 revelaron cómo las vulnerabilidades de la cuenta de capital, los descalces cambiarios y la opacidad fiscal pueden provocar el colapso de los precios de los activos a pesar de la fortaleza de las economías locales. Estos episodios comparten un tema común: cuando los desequilibrios externos se combinan con la rigidez o el exceso de políticas, el capital debe buscar calidad, no solo por su rentabilidad, sino también por su fortaleza institucional, independencia monetaria y superávit estructural.


A medida que trasladamos estas lecciones a la arquitectura de cartera, nos sentimos cada vez más atraídos por los sistemas soberanos donde el capital está disciplinado, las cuentas externas son positivas y la industria nacional se mantiene vinculada a los activos reales. Las economías nórdicas, Suiza, el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y algunos países de Asia-Pacífico cumplen estos criterios. En estas jurisdicciones, los marcos legales son sólidos, la exposición a las materias primas actúa como ancla cambiaria y el apalancamiento del balance se mantiene limitado. Es importante destacar que nuestra exposición a estas regiones permanece sin cobertura. En un mundo donde el dólar estadounidense no se está desplomando, sino erosionándose lentamente bajo la presión fiscal, consideramos la opcionalidad cambiaria a largo plazo como un activo, no como un riesgo que deba neutralizarse.


Dentro de las clases de activos, estamos reorientando nuestro enfoque hacia sectores con resiliencia inherente a las perturbaciones de la oferta y la dilución cambiaria. Estos incluyen la infraestructura energética intermedia con un volumen estable y economías de peaje, los metales industriales esenciales para los ciclos globales de electrificación y rearme de defensa, y los activos de infraestructura indexados al IPC que operan bajo modelos de concesión regulados. También priorizamos la ciberseguridad y la infraestructura digital con respaldo soberano, sectores cada vez más acíclicos que se benefician de la priorización nacional en economías digitales fragmentadas. Lo que conecta a estos sectores no es su beta de rendimiento, sino su capacidad estructural de fijación de precios y su baja dependencia de los mercados de capitales para mantener sus operaciones.


Nuestra preferencia en términos de flujo de caja está ahora claramente definida. Buscamos activos con plazos de flujo de caja cortos, un alto apalancamiento operativo frente a la inflación y un riesgo mínimo de refinanciación. Evitamos estructuras de capital que se basan en la compresión de rendimientos para justificar la valoración y nos mantenemos alejados de activos de larga duración sin mecanismos de escalada del IPC. Además, consideramos el lingote físico no como una cobertura táctica, sino como una reserva duradera de poder adquisitivo, mantenida fuera del sistema fiduciario y libre de riesgo de contraparte. Este enfoque forma parte de una estrategia de liquidez más amplia que incluye mantener reservas operativas en divisas excedentes como la corona noruega, el franco suizo, el dinar aduanero y la corona danesa, suficientes para cubrir seis años de gasto sin necesidad de ventas forzadas ni salidas forzadas.


La resiliencia pasiva también depende del proceso. Toda inversión en una jurisdicción de país deficitario debe ahora estar respaldada por un Memorándum de Justificación de Beneficios documentado, elaborado por el OCIO. Este memorando debe explicar por qué la posición cumple los requisitos del marco de excepción: su clasificación sectorial, ventaja cambiaria, capacidad de fijación de precios y solidez del balance. Las asignaciones que no cumplan dos o más de estos criterios se rotarán durante el próximo reequilibrio trimestral. Esta gobernanza garantiza que la exposición pasiva esté alineada con el discernimiento activo. Un modelo de gestor o de OCIO aumenta la rendición de cuentas.


Fundamentalmente, hemos incorporado una serie de alertas tempranas que van desde la depreciación sostenida del índice DXY hasta picos de precios de activos reales y escaladas geopolíticas, lo que acelera automáticamente los ciclos de revisión y autoriza reasignaciones dirigidas por los directores de inversiones en un plazo de diez días hábiles. Esto formaliza nuestra capacidad de actuar con decisión, manteniendo al mismo tiempo la postura estratégica.


En The SAVI Group, no pretendemos predecir ciclos. Nos centramos en construir regímenes. Creemos que la próxima década no se beneficiará simplemente de copiar índices de referencia diseñados para la economía del pasado. En cambio, favorecerá una exposición disciplinada a los activos de países con superávit, los flujos de caja de activos reales y la convexidad estructural de las divisas, las materias primas y la propia volatilidad.


El mandato no se centra en el crecimiento a cualquier precio. Se centra en la preservación con propósito. Adopta una mentalidad de rentabilidad real para un mundo que ya no se rige únicamente por la ingeniería financiera. Es un modelo para la permanencia en medio de la impermanencia.


Nos posicionamos no para los titulares sino para la historia.


Si su mandato de capital se alinea con esta filosofía, ya sea como fondo patrimonial, oficina familiar o asignador soberano, le invitamos a contactarnos. No es momento de reaccionar, es momento de reinventarse.

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